El Canal Imperial de Aragón se construyó para mejorar y extender los regadíos de la huerta zaragozana por la zona sur. Sus orígenes se remontan al siglo XVI con el proyecto de la “Acequia Imperial”, aunque por temas económicos y políticos, su construcción se inició en el último tercio del siglo XVIII. Fue el 9 de Mayo de 1772, gracias al impulso dado en el Gobierno por el Conde Aranda cuando se nombró protector del Canal a Ramón Pignatelli, cuya idea era construir un Canal con dos finalidades: mejorar los regadíos de la ribera alta del Ebro y conseguir un canal navegable que uniera el Cantábrico con el Mediterráneo para transportar los productos agrícolas hasta el mar.
En Zaragoza, el Canal es hoy una vía verde que permite el disfrute de todo el que camina por sus aledaños. 15 kilómetros en los que se puede descubrir fauna como los ánades (numerosos en algunos puntos del recorrido, como en el Paseo de Colón), zorzales, gorriones, andarríos, y flora como pinos piñoneros y mediterráneos de los montes de Torrero También hay múltiples monumentos, como la Fuente de los Incrédulos en Casablanca. Esta fuente, mandada construir por Ramón Pignatelli, tiene una inscripción “Incredulorum convictioni et viatorum commodo”, que se puede traducir como “Para convencimiento de los incrédulos y comodidad de los viajeros”. Esto es porque muchas personas no creyeron posible el proyecto de que el agua llegase a las zonas áridas de Zaragoza.
También se conservan las almenaras de San Carlos, del Pilar, de Santa Engracia y de San Antonio, que servían para vaciar el cauce y distribuir los riegos. Junto a la segunda se encuentra el Ojo del Canal, un puente y acueducto de 35 metros de altura con un ojo de 13 metros sobre el río Huerva. El puente de la Avenida de América que hoy conocemos, fue construido en 1903. De estilo modernista hecho de hierro elaborado está catalogado como bien de interés arquitectónico. El puente original fue destruido en la Guerra de la Independencia para frenar el avance de las tropas francesas hacia la ciudad.
