El paisaje único de La Gomera
[dropcap]L[/dropcap]a historia social y económica de las Islas Afortunadas está por hacer, con largos periodos de los que apenas tenemos datos, islas casi estériles en referencias, careciendo de orientación y espíritu observador.
La isla de La Gomera nunca se visita por primera vez. Simplemente se descubre. También se hace inolvidable por sus paisajes, sus gentes, su naturaleza y su demostración de conjunto de belleza natural
Rara vez en esas bellezas, se encuentra mucho más de lo que pueda creerse, un mundo de sensaciones, en que los sentidos tienen su mayor protagonismo.
Fascinante, rica y verde, tres palabras que podían sintetizar la esencia de este lugar donde gran parte tiene como protagonista, el bosque, espacios naturales, diversidad de microclimas, barrancos y paisajes, para el uso y disfrute de cuantos se acercan a ella.
El profundo silencio de sus barrancos, silencio que casi llega a oírse y da una plácida sensación de reposo de amaneceres radiantes, a esa naturaleza casi virgen y a mil detalles más, naturaleza que es sonriente, agreste y bella a la vez.
Los palmerales frondosos de la isla se pueden disfrutar desde el Mirador del Palmarejo obra del gran Cesar Manrique, con sus costas famosas por sus playas y sus cristalinas aguas.
Enumerar sus kilómetros de playas, acantilados, su mucha vegetación donde se instalan pueblos de pescadores, pastores y campesinos hoy a la baja, han hecho que el silbo gomero, debido al peligro de su desaparición especialmente del pastoreo, que era donde más se empleaba, a principios de siglo, básicamente, a causa de las mejoras de las comunicaciones y poco pastoreo existente, haya debido intervenir el Gobierno Canario que, en una magnífica labor cultural, regule su aprendizaje en la escuela y declare el silbo gomero como patrimonio etnográfico de Canarias inscrito por la Unesco en la lista representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Si hay una característica geográfica que domina en esta isla Colombina, roca, mar y aire, es su puerto natural donde Colón se detuvo antes de cruzar hacia su gran gesta, puerto clave para la travesía y que ahora con su ampliación del puerto comercial y deportivo sigue construyendo futuro.
La agricultura muy difícil de llevar a cabo por su orografía abrupta, con bancales de piedra en terrenos fuertes y pendientes, que tradicionalmente han obligado al viticultor, al esfuerzo y sacrificio donde cultiva la vid en forma rastrera sobre el suelo, haciendo posible, que cada vino tenga su sabor, cada vino el nombre propio de su uva, de su pago o de su pueblo, para conseguir salir del consumo local, produciendo vinos de verdad que consiguen unir tradición y modernidad en sus copas.