Semana Santa de diseño carnavalero
Después de cerca de un mes en el “dique seco” por motivos de salud, afortunadamente muy bien superados, nada como volver en estos denominados días de “pregones” a esta sección de opinión. De ello trata la “Carta del Director” de nuestra revista en la edición en papel y que también incluimos en esta edición online.
Debe quedar muy claro, de forma definitiva y contundente – aunque siempre habrá algún manipulador que intente convencer al lector de lo contrario – mi máximo respeto y también mi negación a los hechos religiosos que pueblan el globo terráqueo. Pero eso no puede estar en contra de que, en mi derecho a la libertad de expresión. no pueda dar mi opinión sobre la denominada “Semana Santa”, que en España tiene un peso difícilmente comparable con los países católicos de nuestro entorno e incluso, de otras creencias en lo que se refiere a la interpretación y puesta en marcha de sus ritos.
Estamos en definitiva – ya ocurre esto desde hace años, incluso en épocas democráticas – en manos de un poder religioso – pese a que somos un Estado aconfesional – que controla las mentes, las creencias, la vida y las costumbres de muchos españoles.
Una clara muestra de ello es esa fórmula “ turisticoreligiosacarnavalera”, que es la denominada Semana Santa. No hablamos de la devoción y religiosidad – repito que respeto todo tipo de creencias que no sean violentas – que rodean una serie de actos y demostraciones en torno a citas, con actos, procesiones y parafernalias, más o menos originales.
Se trata simple, definitivamente y llanamente, de todo el negocio, la manipulación, las “festividades, las muestras teatrales y los montajes seudoreligiosos – entre otras muchas cuestiones – que rodean a la Semana Santa de este país también llamado España.
Dejando a un lado el enorme valor artístico y cultural que tienen muchos de las esculturas y adornos que se muestran en los desfiles procesionales – que nadie niega – la manipulación que la Iglesia Católica hace de estos denominados actos de fe, es claramente interesada, teatral y carnavalera, para la inmensa mayoría de los asistentes, con una puesta en escena verdaderamente cínica y torticera.
Se han convertido una gran parte de las procesiones de Semana Santa, en un negocio para los hoteles, restaurantes, agencias de viajes, transportes y una larga lista de negocios que, poco interés tienen en el entorno de religiosidad que parece, deberían tener este tipo de actos.
Aquí, de lo que se trata es de presumir de vestimentas, riquezas, “señorío”, categoría social, muestras teatrales y carnavaleras, en torno a un hecho que parece más bien debería ser una devoción hacia una escultura, que tiene más de arte que de santidad. No parece que alguien pueda creer, que esas figuras consiguen producir milagros y si más bien momentos de alucinamiento. Todo ello a la vista de las palabras de quienes asisten a estas citas y no mías.
Mientras tanto, una enorme cantidad de españoles y visitantes de nuestro país, tratan de disfrutar del descanso, de la playa o de la nieve, muy lejos de esa pretendida religiosidad de nuestro país, aunque sean fervientes católicos.
De lo que se trata es de dejar claro dos asuntos: De una parte, los que, pese a la crisis, pueden escapar de las actividades profesionales, de sus dificultades económicas, o, simplemente del diario quehacer . De otra parte, están , o quienes son fervientes creyentes – los menos – o los que asisten a este espectáculo “turisticoreligiosocarnavalero” , para conocer un nuevo producto de esa famosa y más que desacreditada “Marca España”, donde lo importante es el negocio turístico, lo inconcebible una teatral puesta en escena y en resumen, un conjunto de posibilidades de negocio para amplias capas de la economía de cada lugar, con claras muestras de, manipulación de muchos interesados, consigan que este país no avance hacia la modernidad y retroceda más bien hacia el pasado.