De la chulería del imnombrable portavoz del PP a Albert Rivera que se quita la careta
De forma inusual, este Pregón se lo dedicamos a los votantes del PP – ahora alrededor de 8 millones y antes 13 millones – dado que como parece inevitable, un PSOE que cae en picado hacia la más triste catacumba, va a regalar el poder a un partido repleto de corruptos – según los jueces – y a quien ayuda a seguir, en una derecha troglodita, un grupito de vendidos al mejor postor, llamado Ciudadanos.
Dicho todo esto, este Pregón solo trata de dar a conocer la catadura moral de los portavoces de estas dos bandas denominadas PP y Ciudadanos. El Imnombrable y Rivera, han demostrado en el Parlamento, en la primera parte de la sesión de investidura, de lo que son capaces, sobre lo que ellos interpretan por crítica parlamentaria.
El portavoz del PP – tras dejar claro Pablo Iglesias en su intervención lo que la Justicia ya ha dado a conocer (la gran cantidad de políticos del PP que son delincuentes y que muchos de ellos están investigados y sentado en los escaños del Parlamento) – respondió iracundo, según sus habituales formas «democráticas», que «Pablo Iglesias se había vendido por cuatro millones de dólares a dos países regidos por dictadores».
Este es el tipo de «crítica, pactos y acuerdos» que la política del PP va a ofrecer a los españoles tras el regalo del PSOE al Partido Popular permitiendo que gobierne a este sufrido país. Claro que la nauseabunda forma de expresarse de estos individuos es conocida por el Parlamento español, pero lo más grave es que es muy posible que este facineroso portavoz sea un próximo ministro del Gobierno del PP.
La otra cara de la misma moneda es el especialista en alquilarse o venderse según convenga, que es Albert Rivera. Pero se acaba de quitar la careta, y simplemente por decirle el dirigente de Podemos que utilice google para conocer datos, algo verdaderamente «ofensivo», le insultó llamándole gilipollas.
Sobran las palabras con estos dos mentecatos como portavoces de la nueva política que deberemos sufrir en este país en pocas fechas, en una nueva versión de neoliberalismo, que es de desear dure lo menos posible.