Las Rutas de la Seda, el camino entre Occidente y Oriente – II
Por Faustino Castilla
Desde la orilla del Mar Mediterráneo al Mar de China
La riqueza que rodeó a la seda, desde su aparición junto al misterio de su descubrimiento, deslumbró a gentes de todo el mundo, tanto en Oriente – donde se confeccionó por primera vez hace 6.000 años – hasta Occidente, donde llegó en forma de leyenda, que aumento su atracción.
Desde el Occidente, en las aguas del Océano Atlántico, al Oriente junto a las aguas del Mar de la China. Navegando y admirando las orillas del Mare Nostrum, todo un compendio de culturas y de civilizaciones, muestran hombres y civilizaciones, que permitieron unir Oriente y Occidente, a la sombra de tan precioso producto como es la seda.
Desde la pequeña y volcánica isla de La Palma, en el Archipiélago Canario, al mundo artístico y aristocrático de la Italia Renacentista, se dio a conocer por toda Europa la seda.
Posteriormente y camino de Asia, lugares idílicos, que según la leyenda, cobijaron el Paraíso Terrenal, la Torre de Babel y hasta los restos del Arca de Noé, fueron los caminos que recorrieron los comerciantes y mercaderes que viajaban a China, conociendo lugares como los ríos Eufrates y Tigris y posteriormente, diferentes países, entre ellos Persia.
Todo esto lo cuenta de manera formidable, Eduardo Martínez de Pisón, en su libro, «El Largo Hilo de Seda», que edita Fórcola. y que muestra el viaje entre Occidente y Oriente, con apasionante relato y cálida pluma.
El Oriente a la vista
Ya en Asia, las religiones musulmana, persa, budista y taoista, marcan sus templos, mezquitas y palacios, que tuvieron decisiva influencia en la fabricación de las más cuidadas y originales sedas.
Avanzando entre imponentes cordilleras, ya en el continente asiático, con cimas superiores a los 8.000 m, transcurre el recorrido entre gigantescos desiertos, que dan como resultado la división de la Ruta de la Seda en Asia central, con tres recorridos llenos de variados atractivos.
Continua nuestros camino hacia la China profunda, en busca de centros de población, que se resguardan gracias a la colosal obra defensiva que es la Gran Muralla, teniendo como lugar final de tan variado y largo recorrido la ciudad de Beijing, mirando hacia al Mar de la China.
De mares y océanos, a desiertos y llanuras. De imponentes ríos a colosales cordilleras. De obras públicas únicas por su construcción a incomparables palacios y templos, fruto de religiones que marcaron diferentes civilizaciones, cuyos restos aún asombran hoy al mundo.
Hombres y mujeres de todos estos lugares tuvieron en torno a la seda, la creatividad y la belleza como norma. Se utilizaron sus confecciones en todo tipo de celebraciones, siendo motivo de asombro y reconocimientos. En todos los asentamientos humanos que crearon estas obras de arte, quedaron muestras de quienes los hicieron posible. Así, se forjaron las Rutas de la Seda y así lo mostrará esta publicación en sus siguientes páginas.
La UNESCO y la Organización Mundial del Turismo pasarán a poner en valor la Ruta de laSeda, un concepto acuñado por el geógrafo alemán, Ferdinand von Richthofen en 1877, que fue posteriormente, recogido y convertido por Albert Herrmann en 1910, para identificar una serie de itinerarios comerciales de mercaderías como la seda, la cerámica o las especias desde China hacia Europa.
Estos recorridos están plasmados en el libro, «Las Nuevas Rutas de la Seda», editado por Crítica y cuyo autor, Peter Frankopan, no solamente habla de la Ruta de la Seda, que fué camino de mercaderes, sino que analiza, nuevas posibilidades de las Nuevas Rutas de la Seda, contemplando la implicación de los diferentes países que forman esta ruta, entre Occidente y Oriente, con el presente y el futuro del mundo.
Es sumamente importante e imprevisible, lo que está ocurriendo en el continente asiático, donde algo más de 4.500 millones de habitantes pueden hacer cambiar en la próxima década, la economía a nivel mundial, si como es previsible, cambian hacia una previsible mejora, su nivel de vida, lo que hará cambiar la estructura económica de todo el planeta.
Como puede verse, lo que fuera eje principal de las Rutas de la Seda – el centro de China y otros países que van desde Medio Oriente al Mar de la China – va a sufrir enormes transformaciones. Esto hará volver a poner de moda el recorrido, que fuera la base de las Rutas de la Seda, para cambiar el conjunto geográfico que tiene por centro diferentes países, con especial incidencia en China.
Por todo ello, la lectura de este libro es fundamental para quienes quieren conocer el futuro del planeta, por un lado, Y por otra parte, tomar posiciones informativas sobre el cambio que inexorablemente se va a producir en próximas décadas.
La seda en la Historia Antigua
Se habla de que 6.000 años antes de nuestra era, ya se conocía la existencia de la seda en el mundo chino. Todo ello entre leyendas e historias más o menos noveladas.
Será a finales de los años 1950, cuando en unas excavaciones en la ciudad de Yuhand, en la provincia de Zhejiang, se encontraron diferentes objetos de seda, con una antigüedad de 4.700 años, y donde además se conocieron una tejedora y varias ropas, lo que demostró que, al menos en torno a esas fechas, ya existían vestidos realizados en seda.
En todo caso, y de una manera perfectamente demostrada, se han encontrado muestras de seda en China, concretamente, en Seriea, pueblo que parece la elaboró desde muy antiguo.
Los orígenes de la seda en China se vinculan, de manera un tanto legendaria, con el emperador Huang-di, en el año 2698, y que tiene como protagonista a la emperatriz, Shi-Ling-Chi, que quedó prendada del tacto del capullo en el que se había refugiado un gusano, y quiso confeccionarse un vestido a partir del producto conseguido tras realizarse la elaboración de tan especial y misterioso tratamiento, siempre oculto en la leyenda.
Independientemente de esta leyenda, la fabricación de la seda fue durante mucho tiempo un secreto cuidadosamente guardado por el enorme valor comercial que alcanzó este tejido, hasta tal punto que estaba prohibido desvelarlo bajo pena de muerte.
La elaboración de tejidos de seda se localizó en la provincia de Changtung en torno al S. VIII a. C., en que se fue trasladando hacia Chan-si. Pasó posteriormente al Asia Central y a partir del S. V d. C., según se dice en una leyenda, una princesa china, la prometida del rey Katan, ocultó en sus cabellos las ”semillas” del gusano, sacando así el secreto de China y extendiéndolo por Persia.
No resulta posible en todo caso, fechar con exactitud la aparición del tejido en China. Se han encontrado fragmentos de seda en las tumbas reales de la Dinastía Shang, que reinó entre los S. XVII y XI a. C. pero el uso cotidiano de la seda sólo parece tener su culminación bajo la Dinastía Han, es decir, dos siglos antes de la era cristiana.
Siempre está la seda en sus primeras apariciones, rodeada de leyendas, misterios y tradiciones y se encuentra – al menos hasta la aparición de la figura de Marco Polo – en una penumbra histórica de difícil precisión.
Desde luego era un tejido que difícilmente se usaba por personas que no perteneciesen al mundo de los emperadores, lo que suponía especial dificultad para saber de su existencia y su historia. Su posesión era una demostración de riqueza y poder. La población que no pertenecía a estos entornos tenía prohibido vestirse con trajes de seda.
Poco a poco la sericultura es conocida por mayor número de personas, aunque estuviesen fuera del ámbito del emperador y su entorno. Las relaciones comerciales de las diferentes dinastías hacen posible su conocimiento y los contactos intercambios con países hacia el Occidente, facilitan saber de su existencia.
Las regiones más conocidas como productoras de seda, se localizan en la ribera del río Yangtze, como Zhejiang, Jiangsu y Sichuan, que eran provincias junto al delta de este río, siendo algunas ciudades más conocidas como Suzhou, Nanjing, Shaoxing y Hangzhou por sus industrias de la seda.Jacques Gernet, en su obra, «El Mundo Chino», que está editado por la Editorial Crítica, en su apartado Libros de Historia, muestra en una completísima demostración literaria, todo lo que ha supuesto, el gigante chino, demostrando su enorme conocimiento y análisis del país asiático.