El cuplé estuvo presente en muchas plazas de Madrid
Texto y fotos: Patricia A. Llaneza
En un fin de semana de churros, gorrillas de pata de gallo y corazón de primavera, vimos por partida triple y algo más a Olga María Ramos, la figura artística por excelencia ligada a las celebraciones del Santo Patrón. Ella siempre está y siempre hace bien, no sólo su trabajo: impecable, simpático, regio, afinado… sino también hace bien a las almas de todos los presentes que están deseando ser parte de la tripulación del Cuplé siempre que al timón esté esta capitana.
«¡Otra! ¡Otra…!» Es un sonido tan habitual en sus actuaciones, como el piano del profesor Pablo Jiménez. No importa el espacio, no importa la temperatura, la hora ni cuántos eventos seguidos tenga que cumplir, siempre besará cada nota con el mismo mimo y cariño que el clamor y los aplausos le devuelven.
El sábado 15 en una bonita matinée y entre extraordinarias medidas de seguridad sanitaria, el Ven y ven abrió el concierto en el patio del Conde Duque, entrañable recital que contemplaron cientos de ojos entusiasmados, y es que con las mascarillas los ojos sonríen más que nunca. Entre ellos, un par de felices y emocionados ojillos claros, los de Carmen Alonso, nada menos que la hija del Maestro Francisco Alonso, el magnífico autor de zarzuelas inolvidables chótis y cuplés que Olga María incluye en su repertorio: La Lola, Las Taquimecas o Sus Pícaros ojos.
Buen sonido y un espacio precioso que se llenó de cuplé, magia, luz y donde no faltaron sus éxitos más celebrados como El Cipriano, Doña Mariquita, Tú no eres eso, o la eterna Violetera. Al final, público en pie y ramo de flores para la artista.
Tras reponer fuerzas, por la tarde repitió en la Plaza del Pueblo de Alcobendas, otra vez medidas anti-COVID mediante, donde las emociones de todos volvieron a enredarse en una maroma indescriptible de buen rollo y disfrute. Un miembro de la Policía Municipal visiblemente emocionado, me dijo cuando vio que yo le miraba durante La Violetera: «Uf, es que a mí estas canciones…es que esto es Madrid, cómo no me voy a emocionar”
Un señor dominicano de una tienda que había en las inmediaciones, vio el espectáculo desde la puerta de su establecimiento y pude comprobar que si alguien quería entrar, les pedía que volvieran al terminar el concierto; no estaba dispuesto a perderse ni un minuto del espectáculo . También observé a unos chicos que, pertrechados con bolsas de supermercado llenas de contenido sospechosamente botellonero, pasaron por la plaza justo en el momento delFirulí Firulá y se quedaron. Llamaron a sus amigos y les dijeron, «oye, veniros para acá vosotros, que estamos viendo una cosa muy divertida en la plaza». Resultado: Botellón 0 – La Ramos 1.
Son sólo algunos ejemplos de esa tarde en una plaza viva y entregada al arte de la Cupletista.
Al día siguiente en otra matinal en Madrid Capital, tercer éxito consecutivo. El sol tuvo la amabilidad de ser discreto y una oportuna brisa que no quiso perderse el evento, acariciaba a asistentes y artista para que todo fuera, si cabe, aún más agradable. Aquí, Olga empezó con el recitado «¡Que no soy castiza, dices…!» presumiendo de madrileñismo, chulería fina y ese amor a la tierra, que es como el que sienten los emigrantes aunque ella nunca se haya ido de su patria chica. Una “Chica del 17” muy especial la acompañó en estecuplé para deleite de todo el público asistente y continuó derramando diversión y sentimiento por la enorme plaza; al final, de nuevo “Otra!, ¡Otra…!” y por supuesto que hubo otra, el chótis Madrid puso el broche de locura a un concierto perfecto con los asistentes coreando y dando palmas. Final con aplausos en pie y más flores.
Olga ha tenido y nos ha ofrecido un San Isidro de Cuplé intenso y muy disfrutado. Yo todavía no me he vacunado porque por edad aún no me corresponde, pero con estos tres conciertos desde luego me he sentido inoculada con una trivalente de arte y calidad.
¡Hasta el próximo año, Santo Patrón de Madrid! ¡Hasta el próximo año, Olga María Ramos! Tu público, que se reencontrará contigo a lo largo de este año en tus recitales y conferencias dentro y fuera de Madrid, volverá a verte también el próximo San Isidro.
Las fiestas de la Paloma
La tarde-noche del lunes 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, nuestra Cupletista inauguró el escenario de la gran Plaza de Arturo Barea derramando sobre las tablas su voz, su arte y esa profesionalidad que como las plumas o los mantones, siempre la acompaña.
Con estrictas medidas de seguridad sanitaria como viene siendo habitual últimamente y con invitaciones que había que reservar de manera anticipada, en la plaza no quedó libre ninguna de las alrededor de doscientas sillas. Fuera de la plaza, en pie, erguido, Agustín Lara también disfrutó del concierto desde el pedestal situado a un lado del precioso edificio de las Escuelas Pías (s. XVIII). El chótis Madrid fue más que nunca, para él.
A unos metros de la estatua del “Flaco de oro” mexicano, el gran reloj que vive sobre la vieja piedra parecía no querer mover sus manecillas para que el tiempo se detuviera y el concierto no se terminara nunca.
Con derroche de salero, simpática chulería, latido, sentimiento y muchas cosas más, una a una fueron brotando de la voz de Olga María sus canciones más conocidas y una nueva que en realidad no lo es. Me refiero a Solera de los Madriles, que estrenaba en esta fecha y cuyo autor es Enrique Ramírez de Gamboa, “El Cipri”, el padre de la criatura. Puesta de largo de una canción escrita hace más de medio siglo…y es que nunca es tarde si la cupletista es buena. Otro éxito aplaudido con gusto y calidez por todos los allí presentes.
Olga estaba especialmente emocionada ya que la citada plaza de la actuación está situada en la confluencia de las calles Tribulete, Sombrerete y Mesón de Paredes. Calles donde vivió de niña y jovencita y que recorrió, por tanto, muchas veces. No siempre se tiene la ocasión de cantar la Chica del 17 casi al pie de su portal y el antes mencionado Chótis Madrid delante de la estatua de su autor.
Como la propia Olga aclaró, la joven casquivana de la canción en realidad vivía en el número 13 de la calle pero lo cambiaron en la canción por el 17 por aquello de la rima del “mete” y el Tribulete. Por cierto, en Tribulete 13 nada menos, vivió Olga María, por eso sabe de lo que habla cuando canta la canción. Ambas, tal vez se cruzaron en la misma escalera en algún momento de dos tiempos paralelos…
En el apoteósis final, el afamado chótis del Maestro Lara, Olga estuvo compañada con el baile del presidente de la Federación de Grupos Tradicionales Madrileños y su esposa y con ella al micrófono, Carolina, una pequeña de muy corta edad pero que se sabía al dedillo las canciones de la Cupletista.
Cierre muy disfrutado y concierto vivido y aplaudido por los asistentes.
Tampoco quisieron perderse el evento profesionales de la escena como la actriz María José Alfonso, el dramaturgo Pedro Víllora, el actor Alberto Frías, el poeta Antonino Nieto y un surtido puñado de amigos y admiradores.
Mientras se desalojaba la plaza con las mismas medidas de seguridad sanitaria presentes a lo largo de todo el recital, una voz desde un balcón no se resignaba a dar por finalizada la actuación: «¡Olga, No te vayas!»- Se oyó en toda la plaza, lo que provocó el último gran aplauso de la noche lleno de cariño y aún con las emociones a flor de piel.