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Esto no es la Corte de Faraón

Opinión de Revista de Viajes y Turismo tras asistir a ensayo y estreno de La Corte de Faraón 

Si Lleó, Perrin y Palacios levantaran la cabeza….

La Corte de Faraón, la inmortal obra de Lleó Perrin y Palacios, tiene todos los ingredientes para gustar: su magnífica música variada y deliciosa y un libreto lleno de picardía e ingenio. Es por esto que, en una amplia opinión, la representación de esta “opereta bíblica” sólo precisa de buenos intérpretes, muchos medios para darle fastuosidad y tratarla con conocimiento de causa. 

Pues bien, por motivos que no se aciertan a comprender, La Corte de Faraón, es una de las obras más castigadas en versiones que acaban siendo aversiones.

Sentado en la penumbra del templo lírico por excelencia esperaba ansioso el comienzo, totalmente predispuesto a que me gustase. 

Y así fue hasta que irrumpieron las viudas a las que, inexplicablemente, cambiaron el texto original por otro feminista sin gracia. 

“Los consejos de las viudas” es chispeante, pícaro, divertido… 

“… muévete, para que, a una cosa, dispuesto él esté” 

Y este fue el principio de otros tantos disparates.  

El magnífico Enrique Viana se encarga de cantar el “Ay ba”. ¿Qué moda es esa de que sean hombres los que interpreten papeles femeninos? Y digo magnífico porque pese a no estar de acuerdo de su rol en esta zarzuela lo considero un buenísimo cantante y actor; por cierto, hubiera estado magnífico como Casto José.  Pero volviendo a la escena del “Ay, ba”, los que no conocían la obra, aplaudían, pero los que estábamos enterados del argumento, nos quedamos fríos. 

Como frío fue el tenor (Jorge Rodríguez Norton) que se hizo cargo del casto José. Repito que este personaje ha de ser interpretado por un tenor cómico porque lo importante en el esclavo hebreo es la gracia y no la voz.

Lota (María Rey-Joly) estupenda, cómica, bella, un acierto. María Rodríguez, como la Reina, siempre es una apuesta segura como lo es su gran presencia en escena.

Luis Cansino, el Gran Faraón, muy en su papel pese a que en un momento dado, se arranca las ricas vestiduras para lucir un traje como de ejecutivo. Las odaliscas eran odaliscos (de nuevo los hombres suplantan a las mujeres…). 

Todo lo demás correcto pero esta no es mi Corte de Faraón, que me lo han cambiado.

Opinión de José Luis Jimémez

La corte gay de faraón marusón, de los Chicos de Sagi

El Teatro de La Zarzuela está representando La Corte de Faraón, que se estrenó como “Opereta bíblica” en 1910, lo que entonces se denominaba “opereta verde”. Lo que ahora podemos ver en el coliseo madrileño es un montaje de 2012 en base a una versión que cambia bastante la filosofía original. O al menos la adapta de una forma muy personal de quienes la han versionado.

Se pudo ver esta producción en Madrid, en los Teatros del Canal, en el año 2014. José Catalán Deus tituló su crítica del 5 de mayo de 2014 “La corte gay del faraón marusón”. Y comenzaba la misma: “EmilioSagiel más reconocido director de escena español especializado en ópera y zarzuela  la ha convertido en un espectáculo repleto de guiños gay. De hombretones que no lo son y de diversión con plumas alrededor de un personaje secundario elevado a protagonista, la cupletista y bailarina babilónica Sul, escrita para voz de soprano pero reinventado con un tenor (Enrique Viana) que hace un papelón travestido que gustaban tanto al principio de la Transición………..”

En la revista Shanghay, que se puede recoger a la entrada del teatro, Jorge Rodríguez – Norton, (el casto José), dice: “Es una producción súper gay que va a gustar a todo el mundo”.

El director musical Carlos Aragón comenta que es una combinación entre zarzuela, opereta y revista. Creo que gana sobradamente ésta última posibilidad. 

Hay que reseñar que es una muy buena producción, lujosa la podía definir, con un gran montaje escénico  y un despliegue brillante. Y que se puede disfrutar, con temas cantados muy conocidos y una muy acertada escena final.


  

Las revistas musicales que representaban “La alegres chicas de Colsada, con Tania Doris”, aquí se podía presentar como “Los alegres chicos de Sagi con Enrique Viana”. Se han cambiado las coristas con plumas por “coristos” con pluma. A los que hacen acentuar mucho el amaneramiento tanto en los bailes como en los parlamentos.

En la revista musical se utilizaba una escalera para que la vedette bajara cantando con un penacho de plumas. Aquí baja Viana por una rampa, desde un sarcófago, con un traje embutido con bata de cola, con el que apenas se puede mover. Habla  con el público, pero con ese mohín que le caracteriza que parece “que huele mal” y le hace distante, e improvisa, ¡Ay Moncho Borrajo!. Escena excesivamente larga

La escena final en nuestra “revista” se llamaba “la apoteosis”. Bajaban la escalera, por este orden, la segunda vedette, la primera y la supervedette”, Al pie de la misma, con sus mejores galas, esperaba el resto de la Compañía.

Aquí Emilio Sagi ha preparado una escena final muy brillante, que hace terminar la función en todo lo alto. Toda la Compañía cantan el ¡Ay,ba…!¡Ay,ba! / ¡Ay, babilonio que marea!. Y parte del público también.

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