
En opinión creciente para los amantes de este arte, la zarzuela es un tesoro que debiera estar blindado a la manipulación. Si les gusta innovar, que sean creativos y escriban nuevos musicales.
¿ Que ocurriría si a la Gioconda, se le colocase, un sombrero de copa, unos bigotes y una barba ? ¿ Sería esta medida un ejemplo de adaptación de tal obra obra de arte, o de simple y clara manipulación, camino de la chabacanería ?.
En el arte – como en otros temas – no vale todo. Igual que la investigación no se puede hacer con gaseosa, en el arte – no es otra cosa la música – unas mínimas muestras de decencia y honestidad, no pueden admitir obscenidades artísticas, como las que se han planteado en las dos últimas zarzuelas, que se han representado en el centenario Teatro de la Zarzuela.
En ambas ocasiones ha intervenido de manera directa un afamado, Enrique Viana – no se discuten aquí las razones de su fama – que.ha colocado a las dos célebres zarzuelas citadas – La Corte de Faraón y La Gran Vía – en la más clamorosa senda de la degeneración. En la primera de ellas con la incomprensible colaboración del gran Emilio Sagi, ejemplo de profesionalidad y anterior buen gusto, sobre todo tipo de espectáculos musicales.
En ambas degeneraciones y con inusitada afición, ha reinado la imposición de cambios en figuras masculinas, por el amaneramiento innecesario de muchos de sus participantes. Ello ha llevado a dejar a un lado y cambiar de manera completa, personalidades, ambientes, situaciones, libreto y características, que los autores de estas obras habían mostrado en el original de cada zarzuela.
Han pretendido asegurar que «el sombrero de copa, los bigotes y la barba», que han colocado a cada incomparable original obra musical, sigue siendo ejemplo de la composición escrita por su autor. Pero lo que ha ocurrido – como dijo muy bien en este medio, el maestro y decano de la crítica musical, José Luis Jiménez – es que estas dos zarzuelas han sido colocadas en una pura y definitiva degeneración. Se ha conseguido pasar, de una obra maestra, a la gran farsa homosexual que nada tiene que ver con la zarzuela original.
Decía la incomparable Teresa Berganza, «Los clásicos no se tocan». Pues acaban de tocarse, o mejor, de degradarse. ¿ Se imaginan ustedes, que, «Los Miserables», o cualquiera de los muchos «Musicales» que se ponen en escena en España u otros países, se adaptasen a la «imaginación» del Viana de turno ?
O quizás, un cuadro de Velázquez, donde las «Las Meninas» podría «adaptarse», para imaginar una familia real en una pretendida actualidad. Quizás con la excusa de educar en el arte a los jóvenes y no quedarse anclados en una historia del arte atrasada……. Claro que, mayor sería el asombro ante esta situación, del honrado y trabajador incansable que fue, Pedro Zerolo, político y activista LGBT, ante la degeneración que se observa en estas adaptaciones, que trabajan en contra de los derechos de todos los seres humanos, incluso el derecho a la admiración del arte de la música.
Desde hace aproximadamente diez años – con la dirección de Daniel Bianco y con la nueva directora del Teatro de la Zarzuela, Isamai Benavente – vienen produciéndose «adaptaciones» de este tipo, en mayor o menor grado. Ellos son los responsables de semejantes desatinos, por muchos amiguetes interesados en diferentes ámbitos y negocios, palmeros y gentes de mal entendimiento del arte, que aplauden estas muestras chabacanas, que se han separado de la autenticidad, de artísticas y colosales obras musicales de la Zarzuela.
Entre otras muchas razones, no viene mal recordar que, cada nueva «adaptación» de este tipo, el responsable de la misma, recibe rentabilidad económica por «derechos de autor». Es una razón más de la inexplicable degeneración que está sufriendo la Zarzuela que, dicho sea de paso, está siendo observada por UNESCO, para ser declarada bien de interés cultural………..Por cierto, UNESCO lo ve todo.