El inmaduro de Maduro
La Revolución Bolivariana de Nicolás Maduro está haciendo aguas por todos lados. Si Simón Bolívar levantara la cabeza estaría horrorizado ante los desatinos de un presidente, imbuido de mesianismo pero que anda por el lado opuesto.
Aparte de que está llevando al traste a la economía venezolana, comete la felonía de detener a personas relevantes de la oposición, como al alcalde de Caracas, señor Ledesma, hasta el punto de que la gente tiene que hacer cola para conseguir los alimentos básicos. La señora Caprile, esposa del primer edil de la capital venezolana, anda ahora por España para denunciar las tropelías del señor Maduro, que, además, ha conseguido enfadar a Obama, que lo consideran “peligro para la seguridad” de Estados Unidos, aunque, la verdad, no veo que daño pueden hacerle al Premio Nóbel, dado más por cuestiones políticas que por méritos propios. Creo que, en este aspecto, se adelantaron los que se lo otorgaron. Estados Unidos es uno de los países que más intervienen en el mundo allí donde no les llaman, o que lo hacen para defender sus propios intereses.
Volviendo al tema de Venezuela, el gobierno del inmaduro Maduro, se dedica a perseguir a la oposición y a encarcelar a personajes como Ledesma, alcalde la la capital venezolana. Aparte de la represión desatada por el “demócrata bolivariano” por motivos político, su gobierno no hace frente a la violencia que impera en el país, destacando que el pasado año más de 26.000 personas fueron víctimas de muertes violentas. Ni tampoco se enfrena a la corrupción y a los abusos de poder. La inseguridad en las calles alcanza ya el nivel de otros países de la América Latina, en los que la violencia está a la orden del día, y en los que la vida no vale nada, como es el caso de México o Brasil.
Como ya todos sabemos, los compañeros de viaje del señor Maduro no son de fiar, como es el caso de Cuba o algún que otro misionero de la Revolución Bolivariana. Por si todo esto fuera poco, el presidente venezolano pide más atribuciones para que pueda gobernar por decreto y sin cortapisas. O sea, para ser un auténtico dictador. Realmente, lo que existe en Venezuela no es una democracia, si la comparamos con las democracias europeas, e incluso con la española, aunque también hayamos perdido calidad democrática y un notable retroceso desde que está gobernando Rajoy, alias el Sordo, y su equipo de bienaventurados “fantásticos, transparentes y complacientes”.
No llegamos a entender mucho que el nuevo libertador que se vislumbra en España, Pablo Iglesias y su Monedero, hayan sido asesores y admiradores del clan chavista, nos quieran imponer modelos de gobierno completamente desfasados y fracasados. No es hablar por hablar: ahí están sus resultados.
España necesita que se regenere la vida política, que llegue al poder gente íntegra, que devuelva a los españoles su ilusión y su bienestar, que haya una política realmente social que atienda las necesidades más perentorias de los ciudadanos: viviendas, transparencia, sanidad, educación, empleo, créditos asequibles, combatir las desigualdades y la pobreza, y aportar ayudas a quienes ahora se ven desempleados y desamparados.
Tal vez se acerque a un modelo más equitativo el mensaje de Ciudadanos, pero esperemos que después, si llegan a obtener mayoría e importantes cotas de poder, no se quede todo en palabras, en demagogia y en promesas incumplidas, como las que tenemos ahora, y todo quede en aguas de borrajas.
José M. Balbuena Castellano
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