Ana Pastor, Manuel Marchena y el homenaje a Mingote
Exito de los cursos de verano de la Unversidad Complutense en El Escorial
Sabiduria y simpatia de Ana Pastor
Arranca la recta final de los Cursos de Verano. Tras tres intensas semanas de conferencias y mesas redondas de profesionales de todas las áreas del conocimiento y sectores de la sociedad, la próxima semana (del 22 al 26 de julio) acoge un total de diez cursos y el homenaje al dibujante Mingote, todos en la sede del Mª Cristina, en San Lorenzo del Escorial
Uno de los cursos más esperados ha sido «Periodismo factcheking y verificación de bulos y fakes news», dirigido por la periodista Ana Pastor, que contagió a los asistentes que buscaban el deseo de luchar contra las noticias falsas, de detectar las mentiras en el discurso político y bulos en las redes sociales y de informar con credibilidad a un público desenganchado de los medios tradicionales.
A la sabiduría que ha demostrado en este curso Ana Pastor, se ha unido su simpatía y su facilidad con ilusionar a los asistentes – con gran mayoría de jóvenes de ambos sexos – que se han sentido totalmente involucrados con lo que la simpática informadora mostraba tras una exposición sobre el mundo de los bulos y lo que el periodismo tiene presente sobre este asunto.
Ejemplo de todo ello fue el final del curso, donde la periodista demostró su simpatía, su sabiduría y su dominio de la escena – parecía que hubiese estudiado arte dramático – donde, con absoluta facilidad atrajo el interés y la atención delos alumnos a este curso.Pero lo mejor llegó al fina, donde se produjo la habitual entrega de diplomas que estos cursos contemplan, para la obtención de créditos y que suele ser una operación más o menos estudiada y con entrega formal de tales diplomas.
En esta ocasión y saltándose todos los protocolos más o menos aburridos para esta entrega, Ana Pastor se colocó frente a los alumnos y hasta fue buscando uno tras otro, donde se encontraban – cerca de 100 alumnos – y les entregó sus diplomas, entre el alborozo general que más parecía una fiesta de fin de curso universitario, que el final de un curso de verano. Definitivamente Ana Pastor supo hacer de este curso, una cita inolvidable, rodeada de sabiduría analizando multitud de ejemplos de bulos y mentiras de internet, para llegar a demostrar lo que puede y debe ser un curso de verano de estas características
Finalmente, en el escenario humanístico, el curso Carlos IV y las artes. El rey coleccionista conmemora el 200 aniversario de su fallecimiento y con el propósito de ofrecer un marco formativo a futuros directores y músicos de orquesta, se impartirá el Taller de dirección e interpretación orquestal, por José Sanchis, el director de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Complutense, que será la encargada de dar por finalizada la XXXII edición de esta actividad estival con el tradicional concierto de clausura el jueves a las 19.00 horas.
Manuel Marchena, justicia y buen humor
Manuel Marchena, presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, estimó, en el turno de preguntas de la segunda jornada del curso Justicia y desarrollo económico, que, aunque no exista un “obstáculo” constitucional, “hay que reformar las penas para evitar la disolución de un partido político e ir a una propuesta dogmática que permita compartimentar los focos políticos de una decisión jurídica”. En otras palabras, el juez optó por condenar a los responsables de una formación política ante unos hechos delictivos, antes de deshacer jurídicamente las propias agrupaciones, y apeló a “la singularidad” de los mismos. “¿Alguien se imagina a un partido político administrado por la Audiencia Nacional”, se preguntó.
La reflexión legal surge cuando la ley orgánica 5/2010 introduce, “cogiendo desprevenidos a los juristas”, en el artículo 31 bis la responsabilidad penal de las personas jurídicas. En una posterior reforma, los partidos políticos también quedaron sometidos a este régimen. Para evitar una sentencia inculpatoria general que lleve a la disolución de las formaciones políticas, Marchena se mostró partidario de llevar a cabo unas “propuestas doctrinales” que estimulen “un debate interno”.
Tras su conferencia, y aclarando que no contestaría a ninguna cuestión de actualidad ni antes ni después de su intervención en el curso, Manuel Marchena respondió en la sala con un escueto “tengo que guardar silencio” ante la pregunta de un periodista sobre los plazos para conocer la sentencia por el juicio del procés, del que ha sido presidente del tribunal. Admitió “entender, respetar y reconocer el sacrificio de muchos periodistas por estar aquí”, pero el juez no entró a valorar esta cuestión.
Ahondando en el tema central de su ponencia, Marchena definió la persona jurídica como “una ficción, que no tiene corazón” y como “una suma de voluntades individuales”. El hecho de considerar como sujeto de imputación con responsabilidad penal a una persona jurídica es un “ruptura drástica y cuasirevolucionaria”, pero, según él, “tenemos que desideologizarlo porque la responsabilidad penal de las personas jurídicas ha venido para quedarse y está ya plenamente consolidada en nuestro sistema”. En su opinión, “ya no vale la actitud de barricada” y tampoco la política de “bloques” entre partidarios y detractores. Además, evidenció como dos actitudes “contrapuestas” como los que consideran que la persona jurídica no puede cometer un delito porque no tiene conciencia ni voluntad y los que opinan que la responsabilidad penal de las personas jurídicas es “un cuento chino de los consejeros delegados de las grandes empresas que se agazapan ante este ente ficticio” convergen en una misma línea.
El juez Marchena también hizo gala de su humor al afirmar que para él comienza el verano cuando acude al curso que dirige todos los años Ángel Calderón, presidente de Sala del Tribunal Supremo, una sensación parecida a la que “teníamos todos con el antiguo posado de Ana Obregón”.
Recuerdo al inolvidable Mingote
Nunca se ha resuelto esa discusión de si una imagen vale más que mil palabras, pero hay hombres que valen mucho más que eso. El Museo ABC guarda hoy más de 82.000 dibujos de Mingote, una cifra que pasma, pero que muchos desconocen, porque de lo que se acuerdan es que de sus «chistes» –así llamaba él, con modestia, a sus viñetas– no tienen fecha de caducidad y de que nos siguen arrancando sonrisas, a quienes se reunieron, en número superior a más de cien personas para recordar su figura en un homenaje / mesa redonda en la que participaron el humorista Julio Rey, Bieto Rubido, director de ABC, Isabel Vigiola, viuda del dibujante, Luis Alberto de Cuenca, poeta y amigo personal de él y que fue moderada por Manuel Álvarez Junco.
Durante algo más de una hora, y tirando de anécdotas, los ponentes trataron de desentrañar un poco la complejidad de este hombre que dominó el trazo como pocos y que, además, se explayó con elegancia en el terreno de la prosa, hasta estampar su apellido en la historia de la Real Academia Española (RAE). «El epíteto genial se inventó para él o, por lo menos, se convirtió en su acompañante perpetuo, lo mismo que Aquiles es, por siempre jamás, “el de los pies ligeros”», sentenció Luis Alberto de Cuenca, evocando el epitafio que le dedicó al tercer día de su muerte, acaecida el 3 de abril de 2012. En 2019 habría cumplido los cien años…
El paso del tiempo no ha restado actualidad a su humor –«un humor blanco, un humor tierno en el que los españoles se veían reflejados», en palabras de Bieito Rubido–, pero mucho menos ha empañado la memoria que dejó en este mundo: el hombre de las más de 82.ooo imágenes supo, sobre todo, dibujar la imagen de un «hombre bueno». Y lo era. Julio Rey, que lo calificó como la «personificación» del siglo de oro del viñetismo español, destacó la generosidad de Mingote, que acogió bajo su ala a los nuevos talentos que fue descubriendo. «Era tan generoso que no tenía intimidad», bromeó.
Isabel Vigiola, su Isabel, esa mujer que dice que ya solo quiere hablar de Antonio, lo resumió así:«Era ingenuo, natural, sencillo… Necesitaba alguien al lado que le hiciera un poco malo, y esa era yo», ironizó con su particularísima guasa, esa con la que tanto se divertían, a pesar de que Mingote siempre aseguraba que él no era divertido. Porque era modesto: no le gustaba hablar en público… «Decía: yo me he hecho realmente dibujante para no tener que hablar nunca en público», recalcó Rey. «A mí me contó que, cuando los taxistas le hablaban, les decía: “no oigo nada, que estoy sordo”», remató Rubido.
Definitivamente esta recta final de los cursos de verano de la Universidad Complutense, que han tenido lugar en El Escorial, han supuesto un total éxito y nada mejor para ello, que el recurso al genial Mingote, recordando sus numerosos chistes y su distinta forma de dibujar, que dieron lugar a mensajes que eran auténticos editoriales y que ya han pasado a la historia del dibujo y de la sociedad española de casi 60 años de vida en España.